No recuerdo cómo cayó en mis manos, hace muchos años, la
novela de Ian Watson Empotrados. Luego no supe ya más de este autor que me
gustó tanto en su momento. Ahora acaban de reeditarla en unión de otras dos que
no conocía bajo el título genérico de Watsonianas/1: Incrustados y otros
delirios racionalistas. El volumen, con nuevas traducciones muy correctas se
completa con irónicos comentarios retrospectivos del autor.
Ian Watson (1943) ha sido durante cerca de cinco décadas de
producción literaria ininterrumpida una de las figuras más destacadas dentro y
fuera del género de la Ciencia Ficción; en realidad es un autor muy destacado
dentro de la narrativa inglesa en general; merecidamente. Lúdico e imaginativo
ha lidiado con genios como el mismísimo Stanley Kubrick.
Incrustados, cuya edición original es de 1973, es una novela
sobre el lenguaje; sobre cómo éste determina la percepción de la realidad y
como es quizás el bien más valioso de los humanos. Kit Jonás, de 1975, es una reflexión
psicológica sobre la comunicación entre especies distintas, so pretexto de un
viaje espacial. Finalmente, Orgasmaton, de 2010 en inglés, pero escrita por la misma época que las otras dos, es una sátira sexista sobre
androides sexuales que en su época provocó el rechazo de la censura y sus
posibles editores y previamente fue un best seller en Japón antes de su
aparición en su idioma original; pergeñada en los mismos setenta que sus otras
dos compañeras. Lenguaje, comunicación interespecífica y sexo.
Watson podría ser emparentado con su coetáneo Anthony
Burgess, el famoso autor de La naranja mecánica. Ambos son alérgicos al
provincianismo que aqueja a tantos de sus compatriotas, políglotas y buscando
siempre tramas entre los problemas fundamentales humanos. A ambos les interesan
las lenguas, las interacciones entre culturas distintas y las variedades de
formas de vida del mundo. En el plano filosófico, la imaginación de Watson
excede a la de Burgess, de ahí que incurra nada gratuitamente en el género
cosmológico.
En realidad las tres novelas se ocupan del problema de la
comunicación en su sentido más amplio. En Incrustados, la única novela que
conocía de este autor además de algún excelente relato breve, plantea el experimento
de un desalmado científico con tres grupos de huérfanos en tres entornos
subterráneos aislados, educando a cada grupo en una lengua artificial para
investigar hasta qué punto el pensamiento humano admite otras lógicas
lingüísticas y de consciencia de uno mismo. Por cierto, el título no sólo alude
al aislamiento de los pobres niños, sino al término gramatical Incrustación, que
hace referencia a las oraciones subordinadas como muñecas rusas de ciertos
párrafos complejos, como los que se dan en Marcel Proust. La influencia de la
gramática generativa de Noam Chomsky es evidente. En el mundo geopolítico de los setenta, kit Jonás, abarca desde Japón hasta Europa y la Unión Soviética de entonces y cuenta la historia de
un niño ruso al que le han imprimido el alma de un astronauta muerto. Finalmente, la polémica Orgasmatón vuelve a incidir en
cuestiones filosóficas sobre el lenguaje y la comunicación, incidiendo en una
de sus formas más universales, el sexo, extrayendo de esto una distopía
terrible.
Como Burgess, Watson entiende el lenguaje como el núcleo
central de lo humano, lamentándose —lo que muy raro en el mundo anglosajón
hegemónico— del dominio del inglés americano como lengua universal con toda la
estrechez de miras que eso conlleva. En estos tiempos de eufemismos, lenguajes
políticamente correctos y deseos de censura masiva ante cualquier supuesta o
real alusión a minorías, de defender lo moral establecido nuevamente frente a
la libertad de expresión, las inteligentes novelas de Watson son una bocanada
de aire fresco que nos llega desde cuatro décadas anteriores a la presente,
cuando el entorno sociopolítico parecía más propenso a la libertad que el más
puritano de hoy.
Empotrados en su edición original en español es inencontrable (bueno, en la tercera balda de la w de mi biblioteca, autores en inglés) o bien objeto revaluado de venta en internet. Watsonianas ha sido editada este año que acaba por Gigamesh, la exitosa editorial especializada en S.F. que edita a su vez al exitoso George R. R. Martín de Juego de tronos, aunque no han editado la mejor novela de este autor, Los viajes de Tuf, mucho más breve y mejor que la saga pseudomedieval basada en la Guerra de las Rosas inglesa.
Pues lo apuntaré. Al buscar información, me entero de que este señor es autor de varias de las novelas del wargame Warhammer 40.000, así que debe de ser muy conocido entre algunos. Espero, eso sí, que Incrustrados no caiga en la versión fuerte de la hipótesis de Sapir-Whorf.
ResponderEliminarTu mención al inglés americano y lo políticamente correcto me ha hecho recordar lo más estúpido de Twitter: esa imitación que algún moderno hace de la última moda absurda entre los americanos con tal de no nombrar la realidad. Por ejemplo, algunos usan la expresión PoC (Person/People of Colour), otros se han empeñado en llamar "pronombres" a la declinación de los pronombres personales porque así se hace en inglés (por los transexuales), y algunos te salen con términos como "apropiación cultural", cuando la cultura no es otra cosa, en especial en el crisol de culturas que es España, porque los americanos están convencidos de que las "culturas" son compartimentos estancos. Un desastre, pero lo dejo ahí porque no acabaría.
Afortunadamente, Watson es inglés y muy culto.
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