jueves, 1 de septiembre de 2016

La gran novela del siglo XX




Si tuviera que elegir la novela más relevante del siglo XX no me decidiría por En busca del tiempo perdido de Proust, el Ulises de Joyce, El Castillo de Kafka o Las Olas de Virginia Wolf sino por la voluminosa El hombre sin atributos de Robert Musil. La novela no reviste una forma tan radical y hostilmente experimental como los ejemplos anteriores y, pese a su extensión en cuatro volúmenes y además inacabada, es perfectamente legible. Aunque Musil se inició en la carrera militar a la que se destinaba a los aristócratas como él, su afición por la ciencia, que despegaba en la nueva física a comienzos del pasado siglo, era notoria, y se nota en la novela. El hombre sin atributos es un experimento mental posteinsteniano y hasta postfreudiano y postpicassiano. Es decir, Musil consideraba que la novela era el vehículo para expresar la filosofía de su época, pero al igual que Picasso quería mostrar el retrato simultáneamente de frente y de perfil o, como Einstein, ligar el espacio y el tiempo como dimensiones asociadas y relativas. Lo más paradójico es que a lo largo de su dilatada elaboración —desde 1920, trabajando a diario en ella— el libro acabó siendo superado por los celéricos acontecimientos históricos.



Comienza en 1913, en vísperas de la Primera Guerra Mundial y transcurre en el mítico país de Kakania, el apenas disfrazado Imperio Austro Húngaro y quizás es la respuesta más brillante a los acontecimientos que marcaron el inicio del siglo y su discurrir posterior. Además es imposible de malinterpretar, no contiene ambigüedad alguna. Hay tres temas diferentes engarzados sabiamente: la búsqueda del soldado Ulrich, su protagonista principal, que decidió estudiar ingeniería (como el autor) para después dedicarse a las matemáticas y convertirse en un intelectual. De la mano de Nietzsche intenta penetrar en el significado de la vida moderna y así descifrar los vericuetos mentales de otro personaje esencial llamado  Moosbrugger, asesino de una joven prostituta. Ulrich es un científico que ya no encuentra inspiración alguna en los enfoques científicos (nuevamente como el propio autor); echa en falta la pasión que le lleva a sumergirse en la bulliciosa vida social de la Viena de preguerra. El segundo tema es el amorío que Ulrich mantiene con su hermana Agathe, de la que se había separado en su infancia. El tercer tema es la sátira social de la Viena de la época. En 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, muere Musil en la indigencia en Suiza sin haber completado el cuarto volumen en el que llevaba trabajando décadas.  Dejó dichas unas palabras proféticas. “Hoy nos ignoran, pero en cuanto hayamos muerto se jactarán de habernos proporcionado asilo”.



En realidad el verdadero tema del libro me toca personalmente mucho, porque no es otro que profundizar en qué significa ser humano en una época dominada por la ciencia. Estoy dispuesto a admitir que alguien puede ser cabalmente culto hoy en día sin haber leído completo El Quijote, pero creo que nadie lo es sin haber leído atentamente El Hombre sin atributos, así que allá vosotros.

4 comentarios:

  1. Leí "El hombre sin atributos" en 1988, debido a la entusiasta recomendación de un amigo. Me gustó, pero no me impresionó lo que a ti, según parece; desde luego no la habría considerado la novela más relevante del XX, aunque probablemente opinamos bastante diversamente en materia literaria (o en cuanto a novelas) porque tampoco escogería ninguna de las que citas (y la que menos el Ulises) y, en cambio, me sorprende la ausencia de Thomas Mann de ese breve listado, ya que te decantas por la literatura en alemán. En todo caso, entonces aún no había llegado a la treintena, quizá ahora, acercándome a la sesentena, deba releerla pues casi no me acuerdo (aunque me la has evocado con tu resumen). Por cierto, he ido a buscarla y encuentro sólo el 1º tomo en mi biblioteca (la tengo desordenadísima), que también es de Seix Barral pero de una edición distinta a la que ilusta este post.

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    1. Más que la que más me gusta, aunque es una de las que más, El hombre sin atributos me parece que es la que mejor refleja el siglo.

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  2. Recuerdo haberla empezado y haberla "tenido" que dejar obligado por el traductor. Creo que por su culpa -la del traductor- esta sí que me resultó hostilmente hermética, y no Proust, por ejemplo, que no me parece "experimental" en absoluto, sino bastante "acogedor" y fácil de leer.

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    1. No hago de ‘experimental’ e ‘ilegible’ sinónimos. El muy legible Proust fue muy experimental, experimentó e inventó técnicas nuevas, como el famoso monólogo interior.

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