lunes, 22 de agosto de 2016

Las notas a pie de página



Me gustan las notas a pie de página. Yo las suelo leer siempre salvo cuando no son tales sino que las acumulan al final del libro, y a veces son lo que más me gusta de un libro en concreto. Yo una vez escribí un libro que salvo una corta introducción consistía sólo en notas a pie de página. Se llamaba Diccionario de ecología, ecologismo y medio ambiente y hoy está justificadamente descatalogado. 

De las múltiples evidencias del retroceso de las Humanidades —que no es espontáneo sino resultado de políticas educativas concretas para su derribo— hoy elijo las notas a pie de página de las ediciones anotadas que progresivamente se van haciendo más elementales y didácticas: “Venus, diosa pagana del amor”; o bien: “Fresneda: conjunto de árboles llamados fresnos normalmente en las orillas de los ríos” Se está borrando una gama de reconocimientos y de códigos compartidos sin los cuales no puede continuar ni una cultura viva ni forjarse una sociedad coherente.



Deshumanizar, en dicho sentido (pero también en el corriente) así a nuestros jóvenes tiene obvias ventajas para los que detentan el poder, como generar súbditos chillones pero acríticos en lugar de ciudadanos reflexivos, o sustituir la verdadera educación por formaciones técnicas de corto recorrido y escaso futuro.



Hoy para leer a Virgilio o a Milton hasta las referencias mitológicas más obvias se ven necesitadas de ser elucidadas. Como leer a Cervantes sin tener a mano un diccionario de agrarismos y rusticismos. Y a medida que los glosarios crecen y las humanidades desaparecen disminuyen los lectores. Porque además es casi inviable leer un libro repleto de interrupciones en forma de notas cuando es necesario anotar cada nombre propio o alusión clásica contenido en el más sencillo diálogo. 

La palabra subordinada cada vez más a la imagen, a la imagen de una masa inarticulada de zopencos. Hemos superado a los griegos y latinos, y también a la cultura hebraica y judeocristiana. Nos hemos hecho ateos sin convertir el “hecho” de lo religioso en la poesía de lo religioso. O sea, retrocedemos a los ideogramas egipcios que cualquier niño pequeño puede entender si le das un Smartphone.



Pese a todo, o por ello, estoy tentado de escribir un libro lleno de notas al pie irónicas y contundentes. No sólo constituido por notas, pero abundante de ellas. Por ejemplo: “Armando estaba leyendo (*) en la salita verde” “(*) Leer: antigua actividad hoy en desuso pareja a escribir (véase), consistente es descifrar los signos llamados letras y que forman palabras y a su vez estas oraciones (véase, véase, véase) que implica una comprensión, generalizada pero exacta de lo que el escritor quería decir y no se avino a hacerlo con muñequitos o sonidos inarticulados”. Etcétera (véase).


¿Mi libro favorito con notas a pie de página? Alicia anotada, de Lewis Carroll (anotado por el matemático y divulgador Martin Gardner, recientemente fallecido)

Y esto es una marcha militar escrita en la neolengua:







"Pipa, para pipa, pan, para pan, para pan, pan, pan"

5 comentarios:

  1. Hay un tipo de notas a pie de página a las que no te refieres y que son no tanto las que aclaran el significado de un término como las que explican o complementan alguna frase, añadiendo contenido que se juzga no procedente en el texto principal (porque lo engrosaría dificultando la lectura). Ciertamente, este tipo son más propias de los textos de no ficción (académicos, informes, ensayos) y al menos yo las uutilizo mucho en mis escritos profesionales.

    Pero las otras, las que son objeto de este post, son hoy en día, en efecto, imprescindibles. La primera vez que leí el Quijote fue en una edición de 1901 que heredé a la muerte de mi abuelo (eso ocurrió a principios de los ochenta). Me acuerdo que me recreaba en las extensas notas a pie de página escritas amorosamente (se notaba) por el académico que se había ocupado de la edición. Desde luego, el total de texto a pie de página tiene una extensión bastante mayor que la novela de Cervantes. Tomemos solo el primer párrafo: ¿quién sabe que lugar debe entenderse no como sitio indeterminado sino como una localidad completa? ¿quién lo que es un astillero o una adarga? ¿Nos enteramos de que la olla con más vaca que carneroalude a las escaseces económicas del hidalgo pues la carne de la primera era más barata que la de la segunda? ¿yqué eran los suelos y quebrantos y por qué los preparaban los sábados? ¿Y quién hoy sabe cómo era un sayo de velarte, calzas de velludo o el vellorí de lo más fino? Y no he pasado de la quinta línea.

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  2. Por cierto, comparto tu afición al Alicia anotada. Martin Gardner nos ofrece una lectura deliciosamente enriquecedora. Tengo el libro en la edición de Akal con ilustraciones de John Tenniel y es una verdadera maravilla.

    Ah, me olvidaba, el chiste gráfico muy malo :(

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    1. Qué malo eres, Miros, sabes que no es un chiste sino una magnífica composición marcial.

      En cuanto a las notas de los textos digamos eruditos o profesionales, pues llevas razón, aunque hay de todo: autores que abusan de notas cuyos textos podrían haberse integrado perfectamente en el texto principal y otros que las usan de forma magistral.

      Yo tengo la misma edición de Alicia que tú, cuya portada figura como ilustración de este blog

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  3. Pues hablando de notas en el Quijote, una de una edición de 1996:

    En el pasaje del capítulo XIII en el que se cuenta el entierro de Grisóstomo, se habla de que los veinte pastores que lo llevan van coronados de guirnaldas de tejo o de ciprés. Y dice la nota a cuenta de "tejo":

    tejo: especie de haya o abeto "tenido por venenoso" (Autoridades)

    Años ha que lo leí y sigo sin entender a qué viene la nota: en lugar de comentar -ya puestos a comentar algo- por qué van coronados de tejo, se da un explicación sobre el árbol que no explica nada.

    [He llegado a tu blog desde un texto sobre descampados; ¡qué estupendas son a veces las conexiones de internet!]

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    1. Sí, es la magia internautica. Gracias por pasarte y vuelve cuando quieras

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