lunes, 19 de diciembre de 2016

El fin de la lectura íntima



Conozco personas que sólo compran y leen los libros que recomiendan los suplementos literarios de su periódico habitual. Luego les gustan o no, porque los críticos no piensan especialmente en ellos ni saben ni les importa en principio lo que les gusta a ellos, pero lo siguen haciendo. El viejo hábito, para mí tan placentero, deambulando por las librerías en busca de un libro que nos llame la atención, está desapareciendo entre muchos lectores que ilusoriamente se consideran soberanos de sus gustos. Hoy en día, en Estados Unidos, ya hay más gente que lee libros digitales que volúmenes impresos. 

Los dispositivos electrónicos como Kindle de Amazon pueden acopiar datos de sus usuarios, pueden supervisar qué partes del libro leemos más deprisa y cuáles despacio, en qué páginas hacemos una pausa y en qué frase abandonamos el libro para siempre (será mejor transmitir al autor el dato para que reescriba ese fragmento). No es imposible pensar que el Kindle pueda perfeccionarse con dispositivos de reconocimiento facial y sensores biométricos que le hagan saber como influyó cada frase que leímos, como alteró nuestro ritmo cardiaco y nuestra tensión arterial. Podrá saber qué nos hizo reír, qué nos entristeció o qué nos enfureció. De ese modo, los libros nos leerán a nosotros mientras los leemos. Pero es lógico que nosotros olvidemos lo que leímos, mientras Amazon no olvidará nada nunca. Pronto podrá elegir los libros que desea leer el usuario con pasmosa precisión, y de paso quiénes somos y como conectarnos y desconectarnos. Leer habrá dejado de ser una actividad reservada al más estricto ámbito íntimo. Pero ¡hombre, qué dices, si sólo se trata de un artilugio que nos facilita la lectura, nos simplifica la vida! 

Advierto una tendencia creciente, no sólo en los dispositivos electrónicos de lectura, sino en Google, en Facebook, en Microsoft, en los GPS, en Waze, en Cortana, en los gigantes tecnológicos que nos ofrecen servicios de correo electrónico y videos de gatitos gratuitos, a delegar nuestras decisiones en ellos. Transferir la autoridad, no sólo la elección motivada, de los humanos a esos algoritmos conectados en red es algo que se está dando no sólo con nuestro permiso, sino con nuestro entusiasmo, no por decisiones de los poderes fácticos y gobiernos, sino nuestras. Ya se está dando a nuestro alrededor. No soy proclive a la paranoia de las teorías conspirativas, así que no creo que el resultado sea necesariamente un estado policiaco orwelliano, porque el individuo más bien será aplastado desde dentro, por la suma de nuestras decisiones y dependencias individuales, que son las de la mayoría.

7 comentarios:

  1. Mi cacharrín no está conectado a Internet. Los libros me los bajo al ordenador, y de ahí los paso al lector, que no registra nada, el pobre, porque solo sirve para irme enseñando páginas. Ni táctil es, ni falta que le hace. Mismamente como el papel, solo que más delgadito, más fácil de mantener abierto con una sola mano y, sí, notablemente más feo y menos simpático. Pero nadie es perfecto.

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    1. Eso iba a decir yo, se pueden tener sin conexión. Además, los sensores biométricos suelen ser caros.

      Por otro lado, si alguien delega su decisión de qué leer a Facebook, me parece muy probable que en otras circunstancias lo delegaría en suplementos "culturales" o la moda.

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    2. Vanbrugh y Ozanu: mi idea no era atacar los aparatos de lectura electrónicos, sino alertar sobre los peligros de la cultura masivamente dirigida; y en ese sentido veo más factible ejercer esa manipulación a través de esos ingenios que por los libros convencionales, aunque también advertía de otras formas menos interactivas como los suplementos culturales

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    3. Eso sí lo entiendo, pero me temo que es un pelín viejo. Seguramente sabrás que en Estados Unidos muchísima gente lee el libro que les recomiende Oprah Winfrey:

      https://en.wikipedia.org/wiki/Oprah's_Book_Club

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    4. Pues eso he dicho, joder ¿Qué diferencia hay entre tu ejemplo de la Oprah Winfrey y el mío de Babelia?

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  2. Da canguelo. Todo esto que dices se instalará poco a poco, por comodidad y sin que apenas nos demos cuenta. Hoy descubriré que me acostumbro a leer las noticias que google selecciona para mí. Mañana me costará encontrar en papel aquel libro recomendado. Pasará tiempo hasta que vuelva a escuchar música de un formato físico. Y cuando menos lo esperemos estremos metidos de lleno en el ciberespacio, donde el ojo del Gran Hermano todo lo ve

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    1. Lo expresas más crudamente que yo, pero sí, esos son los temores que tengo. Por otra parte, siempre habrá 'herejes' como tú y yo, quizás los haya habido siempre.

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