lunes, 5 de diciembre de 2016

El lector fracasado




Una vez coincidí en un banco de la estación de tren de Talavera con un lector de novelas del oeste. Yo también llevaba un libro. Nos pusimos hablar de nuestros gustos. Mi compañero de banco sabía mucho de novelas del oeste, aunque ignoraba hasta que se lo conté yo que la mayoría de los autores que admiraba y que tenían nombres anglosajones eran españoles con pseudónimo (por ejemplo, Silver Kane -tributo en plata en su traducción literal- era Francisco González Ledesma, un notable y represaliado escritor catalán, autor de apreciables novelas negras y crónicas barcelonesas anterior a Vázquez Montalbán). Me explico sus bien fundados gustos dentro del estrecho margen de esos gustos; tenía buenos criterios, bien empleados eran perfectamente utilizables para analizar la obra de Dickens o de Kafka. Yo le expliqué los míos y le conté de mi entusiasmo por el libro que estaba leyendo, él no estaba muy entusiasmado con el suyo, le parecía muy previsible. Anotó el título de mi libro en la contrasolapa del suyo. Nos separamos con la sensación de no haber perdido el tiempo en una charla banal.


Se puede no avanzar como lector y quedarse atascado en una subliteratura de quiosco, pero peor es fracasar como lector; basta con tener prejuicios, o sea, con carecer de juicio. Son esos lectores que te miran por encima del hombro (caído hacia el despecho o el propio pecho) cuando dices que admiras El Danubio de Magris, o que te pareció una estupenda novela histórica policiaca El nombre de la rosa de Eco. Por supuesto no leen novela de género, ¿Dashiel Hammet o Raymond Chandler? Sobrevalorados ¿La ciencia ficción? Por dios, qué vergüenza. Por supuesto les pasa desapercibido ese librote de David Simon, el genial creador de The Wire para la HBO, Homicidio, esa mezcla impactante de crónica periodística y novela negra de más de 600 páginas que establece una radiografía de la podrida ciudad de Baltimore como sólo estaría al alcance de un Balzac en sus mejores momentos. Es el mismo que te hablará de la intragable novela de una taiwanesa que se suicidó en Palma de Mallorca y de los poemas de un gabonés sobre la flor del mango. Las mesas de novedades les parecen una ordinariez, los suplementos culturales, hojas parroquiales de las propias editoriales (algo de eso sí que hay) y la labor del crítico una tarea ímproba en que el entusiasmo y la admiración deben descartarse de antemano. Se parecen a esos profesores de literatura que consiguen hacerte odiar la literatura, su oficio es el ejercicio del desengaño y el desdén. Nunca han creado nada. Algunos son críticos profesionales, otros, editores. Nunca buenos lectores.

5 comentarios:

  1. Te voy a contar una anécdota que leí hace tres días por Twitter. Un bioquímico estaba leyendo un libro de Harry Potter en el transporte público y un par de hípsters, esos subseres con intención de parecer intelectuales precisamente despreciando, empezaron a meterse con él por lo "bajini" (mi conocido lo oía sobradamente) por su elección literaria y por llevar una camiseta del Zelda, también. En un momento dado, uno de ellos sacó un producto homeopático y él se rió de ellos, imitando exactamente lo que les había dicho. Les devolvió el golpe, pero ni se disculparon.
    En este caso, no es sólo ya que fracasen como lectores, es que se podría argüir que fracasan como seres humanos, usando cualquier excusa para actuar como un matón... Sólo que el matón es más honesto. ¡Que tenga que decir esto!

    P.D: ¿Por qué desprecian algunos El Danubio? No veo nada malo... No sé si no habré buscado lo suficiente.

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    1. Sobre tu postdata: no lo estoy seguro, El Danubio es un libro excelente, pero es probable que esos críticos distantes lo aborrezcan precisamente por su éxito opular y masivo

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    2. ¡Pues ya hay que ser imbécil! A propósito, también ayer apareció esta entrada que toca el tema de los géneros.
      http://www.larealidadestupefaciente.com/2016/12/memorias-de-un-merodeador-estelar-de.html

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  2. El Danubio es un poco "tostón"... Aunque yo no diré nunca que no me gusta. De hecho lo leí con gusto y todavía recuerdo alguna cosa: como aquella idea de "vivir persuadido" que aún hoy trato de llevar a la práctica.

    Me parece sugerente la tesis delete post... Sin embargo veo difícil no fracasar como lector... eludir todo prejuicio (al fin y al cabo nuestras preferencias se alimentan de ellos)

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    1. Te doy la razón en parte, es dificil sustraerse a los prejuicios, pero creo que son distintas las preferencias y aquellos; los prejuicios suelen ser más generales, las preferencias más específicas. Por ejemplo, detestar las novelas del oeste es un prejuicio que te impide degustar al mejor Cormac Mcarthy, en cambio, yo adoro a Balzac y no soporto a Zola, por tanto, tengo preferencias, pero no prejuicios hacia el naturalismo realista.

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