lunes, 23 de enero de 2017

Las primeras fotografías de escritores





Parece ser que la primera fotografía que se tomó de un escritor, apenas dos años después del invento de Daguerre fue la de Balzac, un 'famoso' en su tiempo, me temo que ahora no tanto; les siguieron la de Thomas de Quincey, Allan Poe y Baudelaire. La de De Quicey es la foto de un espectro de otro tiempo, la de Poe la de un fracasado y la Baudelaire la de un exaltado; la de Balzac la de un burgués satisfecho. Estas fotos creo que dicen más del arte y la técnica del retrato en esa época que de los modelos. Salvo las miradas. Todas estas fotos evidencian que una imagen, una foto, no valen las miles de palabras que estos genios dejaron escritas, ni falta que hace, y que la cara ni es el espejo del alma ni dice mucho de otro talento que no sea el del fotógrafo que las hizo, no del modelo.

Con el tiempo, las fotos de escritores se han convertido en la ilustración de la contraportada de los libros de tapa dura o de la solapa interior. Un mero complemento de las miles de palabras contenidas dentro del libro. Me parece ajustado. 

4 comentarios:

  1. A lo mejor soy yo, pero Balzac en su fotografía me da la sensación de que vaya a tomar un porrón de vino y ventilárselo de un trago. En Baudelaire veo a un amargado, en Poe a un tipo que tiene ganas de acabar pronto y en Quincey, que le va a soltar una hostia a alguien que le ha hecho enfadarse.

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    1. Es muy sugerente tu interpretación; yo tengo más: un Balzac ávido, casi glotón, no sólo de comida, con el suntuoso batín abierto; un Baudelaire atento a su propia desesperación introspectiva; en Quicey un viejo de vuelta de todo, despectivo y en Poe un tipo agotado, un Chaplín aún más triste

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  2. Yo en cada foto veo personajes distintos tanto a los que tú describes como a los de Ozanu. De lo que resulta que es muy cierto eso que crees de que esas fotos dicen más del arte y la técnica del retrato que de los modelos.

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  3. Poe se parecía considerablemente a Alberto Pérez, o quizás más bien viceversa. Balzac parecía un tendero de ultramarinos en una pausa del inventario. Baudelaire me recuerda bastante al Director de Mayores de mi cole haciéndome pasar a su despacho; o sea, a un cura cabreado. Y De Quincey parece un colega de los Curie, días antes de morir por efectos de la radiación. Efectivamente, el problema de las imágenes es que dicen demasiadas cosas, demasiado poco precisas. No sé si valen o no más que mil palabras -me inclino a pensar que no- pero en ningún caso pueden sustituirlas.

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