domingo, 2 de octubre de 2016

El sentido de la literatura y la literatura sin sentido





En mi opinión, obviamente, hay un equívoco profundo en la valoración o en la crítica de la literatura. Ese desenfoque nos hace ver borroso su verdadero valor y nos señala divisiones absolutamente falsas, como la de la literatura experimental frente… ¿a cuál?: la convencional. No existe eso, ni una ni otra en realidad. Un escritor dijo que al escribir sólo veía letras y que eso le confundía. Esa es una pista. Otro señaló que cuando escribía no veía ni palabras ni frases, sino pensamientos, sensaciones, evocaciones. La misología, la desconfianza en las palabras que señaló Pirrón, la pirromanía, porque todo lo que puede ser dicho con palabras puede ser contradicho con palabras y entonces ¿de qué sirve no sólo la literatura sino todas las humanidades, todo lo que no es matemáticas? Porque la literatura no son sólo palabras —ahí reside el equívoco, el pozo en el que caen tantos plumíferos—, sino que la literatura es aquello que las palabras despiertan en el que lee. Y de ahí la importancia del lector, que es el que completa la obra del escritor y le da sentido. Frente a la pintura moderna en que el artista es el dueño y señor y la obra y consiguientemente el espectador son superfluos, la literatura es una colaboración entre el creador y el receptor y por eso contar historias nunca pasará de moda como reflejar la realidad en un lienzo. Cuando leemos a un poeta verdadero, como Paul Celán, no nos enfrentamos a un texto críptico e incomprensible que tiene que ver con la inaccesibilidad o la exclusión (como en el arte abstracto), sino al contrario: trata de abrir algo a lo que el lenguaje no suele tener acceso, a lo inefable que sin embargo sentimos dentro de nosotros, que lo reconocemos cuando alguien nos lo muestra. Y por eso, las palabras de Celan no pueden contradecirse con palabras. Poseen algo que está ahí, dentro de nosotros. Por eso en mí como lector conviven perfectamente Julio Verne o David Mitchell y Paul Celán o Cioran. Esa suerte que tengo, que me he ganado.


Se me ocurre que la literatura es como el boxeo (un boxeador nunca es evaluado por lo que dice u opina, como pasa desgraciadamente con las artistas de fama, sino por lo que hace). Un mundo donde nada está en venta, nada es medible por el valor del dinero (de ahí el desprecio a los best sellers). Un mundo donde la virilidad (también en las escritoras), honor, violencia y dolor permite contemplar la sociedad de otro modo. Porque el dinero es el gran igualador, cuando todos queremos tenerlo para hace  algo distinto y con el dinero todos hacemos las mismas cosas, no nos diferencia, nos iguala paradójicamente a ricos y pobres. Eso solo lo entienden los adolescentes que aún no se han adaptado al mundo y los que seguimos leyendo como adolescentes y, con algo de suerte, como sabios adolescentes.


Mi ojo asciende al sexo de la amada:

nos miramos,

nos decimos palabras oscuras,

nos amamos como se aman amapola y memoria,

nos dormimos como el vino en los cuencos,

como el mar en el rayo sangriento de la luna.



13 comentarios:

  1. últimamente me obsesiona la relación entre literatura y poder... a veces pienso que solamente existe eso: un trasvase extraño entre las maquinarias del poder y quien escribe para que otros lo lean

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    1. No terminó de hilar tu razonamiento, que me parece un tanto sorprendente. Está claro que los medios de comunicación tienen gran influencia (4º Poder), pero ¿un novelista, un poeta, un bloguero medio?

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    2. la influencia de los literatos dura mas... aunque sea menos inmediata que la de ese cuarto poder

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    3. Me pregunto si tú y yo llamamos poder a lo mismo exactamente. Creo que tú llamas poder a la influencia y yo llamo poder a la capacidad de obligar a los demás a hacer algo que no quieren o a impedirles que hagan algo que quieren. Los grandes genios de la literatura o tienen la mínima influencia sobre los poderosos según mi definición

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    4. Obama y Clinton podrían ser lectores de DeLillo, al igual que Aznar decía leer, creo recordar, a Santa Teresa y San Juan de la Cruz

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    5. No veo que eso contradiga lo que te replico, al contrario

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  2. Literatura es palabra revelada; la carne que se hace verbo; el verbo que nos desvela la verdad.

    La literatura no es un acto de comunicación. Ni si quiera es la narración de una historia

    Literatura es conocimiento a través de la belleza.

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  3. Respuestas
    1. Gracias por la visita. No obstante, a mí los comentarios tan tajantes, como esculpidos en piedra, no me dan ganas de responderlos.

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  4. Claro, porque así lo creo.

    Por cierto, son tan tajantes como tu respuesta, aunque no tan ásperos.

    Y ¡qué bonito! ¡como esculpidos en piedra!

    ¿ves? lo que te decía¡. LITERATURA, hasta en la respuesta a un comentario de blog

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    1. No, no veo, pero sí, como dices, "la literatura es conocimiento a través de la belleza!", y ademáspuede ser narración de historias, comunicación (del espíritu de una época, de los sentimientos, de la política y la historia), y una cosa no impide las otras

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