En mi opinión, obviamente, hay un equívoco profundo en la
valoración o en la crítica de la literatura. Ese desenfoque nos hace ver
borroso su verdadero valor y nos señala divisiones absolutamente falsas, como
la de la literatura experimental frente… ¿a cuál?: la convencional. No existe
eso, ni una ni otra en realidad. Un escritor dijo que al escribir sólo veía
letras y que eso le confundía. Esa es una pista. Otro señaló que cuando
escribía no veía ni palabras ni frases, sino pensamientos, sensaciones, evocaciones.
La misología, la desconfianza en las palabras que señaló Pirrón, la pirromanía,
porque todo lo que puede ser dicho con palabras puede ser contradicho con
palabras y entonces ¿de qué sirve no sólo la literatura sino todas las
humanidades, todo lo que no es matemáticas? Porque la literatura no son sólo
palabras —ahí reside el equívoco, el pozo en el que caen tantos plumíferos—,
sino que la literatura es aquello que las palabras despiertan en el que lee. Y
de ahí la importancia del lector, que es el que completa la obra del escritor y
le da sentido. Frente a la pintura moderna en que el artista es el dueño y
señor y la obra y consiguientemente el espectador son superfluos, la literatura
es una colaboración entre el creador y el receptor y por eso contar historias
nunca pasará de moda como reflejar la realidad en un lienzo. Cuando leemos a un
poeta verdadero, como Paul Celán, no nos enfrentamos a un texto críptico e
incomprensible que tiene que ver con la inaccesibilidad o la exclusión (como en
el arte abstracto), sino al contrario: trata de abrir algo a lo que el lenguaje
no suele tener acceso, a lo inefable que sin embargo sentimos dentro de
nosotros, que lo reconocemos cuando alguien nos lo muestra. Y por eso, las
palabras de Celan no pueden contradecirse con palabras. Poseen algo que está
ahí, dentro de nosotros. Por eso en mí como lector conviven perfectamente Julio
Verne o David Mitchell y Paul Celán o Cioran. Esa suerte que tengo, que me he
ganado.
Se me ocurre que la literatura es como el boxeo (un boxeador
nunca es evaluado por lo que dice u opina, como pasa desgraciadamente con las
artistas de fama, sino por lo que hace). Un mundo donde nada está en venta, nada
es medible por el valor del dinero (de ahí el desprecio a los best sellers). Un
mundo donde la virilidad (también en las escritoras), honor, violencia y dolor
permite contemplar la sociedad de otro modo. Porque el dinero es el gran
igualador, cuando todos queremos tenerlo para hace algo distinto y con el dinero todos hacemos
las mismas cosas, no nos diferencia, nos iguala paradójicamente a ricos y
pobres. Eso solo lo entienden los adolescentes que aún no se han adaptado al mundo
y los que seguimos leyendo como adolescentes y, con algo de suerte, como sabios
adolescentes.
Mi ojo asciende al sexo de la amada:
nos miramos,
nos decimos palabras oscuras,
nos amamos como se aman amapola y memoria,
nos dormimos como el vino en los cuencos,
como el mar en el rayo sangriento de la luna.
últimamente me obsesiona la relación entre literatura y poder... a veces pienso que solamente existe eso: un trasvase extraño entre las maquinarias del poder y quien escribe para que otros lo lean
ResponderEliminarNo terminó de hilar tu razonamiento, que me parece un tanto sorprendente. Está claro que los medios de comunicación tienen gran influencia (4º Poder), pero ¿un novelista, un poeta, un bloguero medio?
Eliminarla influencia de los literatos dura mas... aunque sea menos inmediata que la de ese cuarto poder
EliminarMe pregunto si tú y yo llamamos poder a lo mismo exactamente. Creo que tú llamas poder a la influencia y yo llamo poder a la capacidad de obligar a los demás a hacer algo que no quieren o a impedirles que hagan algo que quieren. Los grandes genios de la literatura o tienen la mínima influencia sobre los poderosos según mi definición
EliminarObama y Clinton podrían ser lectores de DeLillo, al igual que Aznar decía leer, creo recordar, a Santa Teresa y San Juan de la Cruz
EliminarNo veo que eso contradiga lo que te replico, al contrario
EliminarMe ha gustado mucho tu reflexión.
ResponderEliminarGracias y bienvenido aquí
EliminarLiteratura es palabra revelada; la carne que se hace verbo; el verbo que nos desvela la verdad.
ResponderEliminarLa literatura no es un acto de comunicación. Ni si quiera es la narración de una historia
Literatura es conocimiento a través de la belleza.
Perdón, " ni siquiera" todo junto
ResponderEliminarGracias por la visita. No obstante, a mí los comentarios tan tajantes, como esculpidos en piedra, no me dan ganas de responderlos.
EliminarClaro, porque así lo creo.
ResponderEliminarPor cierto, son tan tajantes como tu respuesta, aunque no tan ásperos.
Y ¡qué bonito! ¡como esculpidos en piedra!
¿ves? lo que te decía¡. LITERATURA, hasta en la respuesta a un comentario de blog
No, no veo, pero sí, como dices, "la literatura es conocimiento a través de la belleza!", y ademáspuede ser narración de historias, comunicación (del espíritu de una época, de los sentimientos, de la política y la historia), y una cosa no impide las otras
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